“[…] así como el punto de donde voy a

partir para enfrentarme a este término,

el más opaco, a este núcleo de nuestra

experiencia que es la transferencia”.

Lacan, J. 2017 p. 12.

 

 

Rumbo a las IX Jornadas Patagónicas del IOM2 decidimos ponernos al trabajo en torno a la transferencia, pivote de la experiencia analítica.

En el inicio de su Seminario sobre La transferencia Lacan profiere una frase impactante, “Al comienzo de la experiencia analítica, recordémoslo, fue el amor” (Lacan, J. 2017 p. 12). Así, sitúa al amor como lo que surge en el origen, donde no había nada aparece el amor. Freud se encuentra con un efecto que no busca producir, lo sorprende un fenómeno extraño al que va a llamar transferencia, y que para Lacan es lo crucial que da comienzo propiamente a la práctica analítica. Se trata de un comienzo algo denso, confuso, opaco, que escapa a toda idea de transparencia. El intento de dar cuenta de ese enigma, corazón mismo del dispositivo analítico, recorre toda su enseñanza.

Es justamente el fenómeno transferencial lo que pone en cuestión para Lacan toda idea de intersubjetividad. Entre analizante y analista hay una disparidad radical, ¿cómo entender entonces ese misterioso vínculo sin común medida ni relación posible?

Freud lo conceptualizó como un “falso lazo” que consistía en una transferencia posibilitada por el influjo de las vivencias en la infancia; la investidura libidinal se vuelve hacia el analista, quien pasa a tener un lugar en la serie de las figuras: paterna, materna, de los hermanos. Apostando a la disposición afectiva fue rápidamente ubicada como motor del análisis posibilitando la asociación libre y permitiendo la instalación del dispositivo, pero al mismo tiempo ese afecto se volvía obstáculo en el análisis, mostrando su costado de resistencia.

Con Lacan hablaremos en términos de significantes, ya no de familia. La transferencia está ligada a la repetición, a la metonimia del significante, eso que permite una articulación entre S1 y S2. La noción de Sujeto supuesto Saber como formula de la transferencia permite entender el vínculo analítico a partir de la relación entre amor y saber, se ama al que se supone que sabe.

Cara simbólica de la transferencia que explica una dimensión que está más allá del amor desencadenado por lo imaginario. Sin embargo Lacan no dejó de aludir a otra cara de la transferencia, más opaca y difícil de explicar, que no va por la vía de la articulación significante; es decir, que está por fuera del campo de lo simbólico.

En el Seminario 10 va a sostener la necesidad de la instalación de la transferencia como paso previo a la posibilidad de que el síntoma sea interpretado. Lo interesante, y sorpresivo a la vez, es que a ese movimiento que llama introducción del Otro lo refiere a aquello que ocurre cuando se da en la tecla en la reducción del acting out, lograr hacer sentir la indecible certeza de tener un lugar en el deseo del Otro. Lacan plantea que es allí donde se juega la cara más real de la transferencia y generaliza ese efecto para toda la clínica señalando que se trata del resorte imprescindible para que la transferencia propiamente simbólica pueda instalarse.

Entonces, ¿de qué se trata ese enigmático lugar? ¿Cuál es el estatuto de esa Otredad que surge con el dispositivo analítico? ¿En qué hace al fundamento del deseo del analista y a la efectividad real de nuestra práctica?

Preguntas alrededor de las cuales los invitamos a conversar haciendo existir nuestra transferencia de trabajo. Les proponemos entonces hacer de esta opacidad de la transferencia causa de encuentro para nuestras Jornadas patagónicas de este año.