Incidencias de la práctica analítica: síntoma, cuerpo, discursos
Fundamentos
En el presente año se llevarán adelante en nuestra ciudad las VI Jornadas del IOM2 de la región Patagónica cuyo título es “Incidencias de la práctica analítica: cuerpo, síntoma, y discursos”. En este sentido, el programa de trabajo de este año consideramos que debe articularse con la perspectiva epistémica, clínica y política que hemos definido para el encuentro.
Recordemos que, durante los últimos dos años, el eje fundamental lo constituyó la noción de síntoma, articulado en cada oportunidad, a los conceptos de angustia y sinthome, siempre analizados desde su incidencia en la experiencia analítica bajo transferencia. Entonces, para el presente año, con posibilidad de continuar el próximo, trabajaremos acerca de la noción de síntoma, entendiendo que el síntoma es el núcleo desde el cual se despliega una nueva perspectiva para el psicoanálisis. En este caso, en los conceptos de cuerpo, con la intención de tejer un entramado que atraviese los diferentes momentos de la enseñanza de Lacan y posibilite efectuar las torsiones necesarias respecto de cómo pensar la interpretación del analista.
De este modo, la construcción de casos y sus presentaciones bajo diferentes modalidades y espacios, posibilitará una permanente conexión con los aspectos trabajados en los grupos de lectura e investigación, intentando localizar, en cada situación, los conceptos propuestos en este programa. El desafío de poner a prueba la clínica como una experiencia de lo real en nuestra contemporaneidad.
A tal fin, proponemos dos ejes de trabajo, abiertos al devenir de cada espacio de lectura, estudio y al intercambio que sostendremos en los espacios de “interlocución”. El propósito es que las diferentes unidades no sean compartimentos estancos, en una secuencia lineal, sino que puedan conversar entre sí, produciendo idas y vueltas entre distintos momentos de la enseñanza de Lacan.
Hemos constatado que Lacan modifica su concepción del psicoanálisis en el tramo final, desplazamiento que va de una lógica del significante a una lógica del fantasma, para pasar finalmente a una lógica de bolsas y cuerdas en el anudamiento singular de cada sujeto, como analizamos desde El Seminario XXIII. Ahora, en el análisis se trata de suturas y empalmes, un saber arreglárselas con la desarmonía estructural que introduce el goce opaco en el cuerpo. Por supuesto, hemos distinguido como el síntoma se desacoplado de su ligazón inicial con lo simbólico que lo ubicaba como metáfora. El síntoma era una formación del inconsciente, el retorno de lo reprimido. La verdad del inconsciente hablaba a través de sus formaciones que debían ser descifradas por el analista. En cambio, Lacan nos presenta posteriormente al síntoma como un modo de gozar. Pasamos del síntoma como formación del inconsciente, un síntoma que hablaba, al síntoma en tanto modalidad de goce, que se escribe en silencio.
Con estos antecedentes, en el primer eje haremos foco en el concepto de cuerpo, donde iremos precisando cómo Lacan fue pensando esta noción en su “etapa clásica” y su relación con el síntoma. Por lo cual, nos detendremos, en este apartado, básicamente en dos abordajes del cuerpo. En primer lugar, retomaremos el cuerpo como imagen unificada concebida a partir del estadio del espejo, especialmente en el esquema óptico que Lacan expone en El Seminario I “Los escritos técnicos de Freud”, orientados por la vigencia clínica y epistémica de lo imaginario. En segundo término, destacaremos el cuerpo como objeto pulsional que ya ubicaba Freud en las zonas erógenas. Aquí incorporaremos especialmente el desagregado que efectúa Lacan de “las cinco formas del objeto a” en El Seminario X “La angustia” y el “desmontaje pulsional” que sitúa a la altura del El Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, donde trabaja el cuerpo y su vinculación con las pulsiones parciales. De esta manera, partiremos de un cuerpo mortificado por el significante y una unidad obtenida por lo imaginario y sostenida por lo simbólico que velan lo real del cuerpo fragmentado.
En efecto, esta perspectiva modifica nuestra referencia al inconsciente como discurso en la práctica analítica, el inconsciente deja de ser un dato inicial. Esto conlleva a repensar la interpretación en psicoanálisis. El propósito es interrogarnos sobre cómo incidir con la interpretación sobre el síntoma en calidad de goce que no cesa de escribirse; de qué manera con la experiencia de la palabra incidimos en el goce del cuerpo. Por último, anclaremos en la definición de Lacan en los “Otros Escritos” del síntoma como acontecimiento de cuerpo. En este contexto, Lacan introduce otro abordaje del cuerpo: el cuerpo es algo que se goza. Lo primero no es la imagen, ni la pulsión parcial y su circuito, sino el misterio del cuerpo que habla. Cuando la puerta de entrada es el misterio del cuerpo hablante, lo crucial es el significante como causa de goce y el lenguaje como elucubración de lalengua. El cuerpo se transforma en sustancia gozante. De este modo, se invierten las verdades primeras de la enseñanza de Lacan, lo primordial ya no lo da el sistema del lenguaje, el discurso del inconsciente, sino el valor que adquiere la consistencia imaginaria del cuerpo, se tiene un cuerpo. Desde esta perspectiva, se tiene un cuerpo, luego el hombre deduce que es un alma, añade al cuerpo el embrollo de los discursos como indicamos. En consecuencia, deberemos preguntarnos por la articulación entre el cuerpo que “se goza” y la escritura del síntoma, en tanto constituyen un real que no se enlaza a nada.
De Freud a Lacan el hilo de Ariadna que atraviesa la enseñanza es el deseo del analista como esa función lógica en la que se sustenta la operación analítica. El fin es percatarse que no se trata de buenos sentimientos, ni jurisprudencia, sino que es la interpretación lo que hay que ubicar allí. Y la Interpretación es lo que se le demanda al analista, forma parte de su función y si alguien se dirige a su consulta, es para hablar de sus síntomas, de lo que no anda.
Acerca de la interpretación, ubicaremos los aportes que nos deja Lacan según los diferentes momentos de su enseñanza, considerando que ninguna de las indicaciones que ofrece desde su inicio, pierde valor avanzando en su enseñanza, sino que, por el contrario, se constituye en la base que integra la elaboración siguiente.
En el presente año se llevarán adelante en nuestra ciudad las VI Jornadas del IOM2 de la región Patagónica cuyo título es “Incidencias de la práctica analítica: cuerpo, síntoma, y discursos”. En este sentido, el programa de trabajo de este año consideramos que debe articularse con la perspectiva epistémica, clínica y política que hemos definido para el encuentro.
Recordemos que, durante los últimos dos años, el eje fundamental lo constituyó la noción de síntoma, articulado en cada oportunidad, a los conceptos de angustia y sinthome, siempre analizados desde su incidencia en la experiencia analítica bajo transferencia. Entonces, para el presente año, con posibilidad de continuar el próximo, trabajaremos acerca de la noción de síntoma, entendiendo que el síntoma es el núcleo desde el cual se despliega una nueva perspectiva para el psicoanálisis. En este caso, en los conceptos de cuerpo, con la intención de tejer un entramado que atraviese los diferentes momentos de la enseñanza de Lacan y posibilite efectuar las torsiones necesarias respecto de cómo pensar la interpretación del analista.
De este modo, la construcción de casos y sus presentaciones bajo diferentes modalidades y espacios, posibilitará una permanente conexión con los aspectos trabajados en los grupos de lectura e investigación, intentando localizar, en cada situación, los conceptos propuestos en este programa. El desafío de poner a prueba la clínica como una experiencia de lo real en nuestra contemporaneidad.
A tal fin, proponemos dos ejes de trabajo, abiertos al devenir de cada espacio de lectura, estudio y al intercambio que sostendremos en los espacios de “interlocución”. El propósito es que las diferentes unidades no sean compartimentos estancos, en una secuencia lineal, sino que puedan conversar entre sí, produciendo idas y vueltas entre distintos momentos de la enseñanza de Lacan.
Hemos constatado que Lacan modifica su concepción del psicoanálisis en el tramo final, desplazamiento que va de una lógica del significante a una lógica del fantasma, para pasar finalmente a una lógica de bolsas y cuerdas en el anudamiento singular de cada sujeto, como analizamos desde El Seminario XXIII. Ahora, en el análisis se trata de suturas y empalmes, un saber arreglárselas con la desarmonía estructural que introduce el goce opaco en el cuerpo. Por supuesto, hemos distinguido como el síntoma se desacoplado de su ligazón inicial con lo simbólico que lo ubicaba como metáfora. El síntoma era una formación del inconsciente, el retorno de lo reprimido. La verdad del inconsciente hablaba a través de sus formaciones que debían ser descifradas por el analista. En cambio, Lacan nos presenta posteriormente al síntoma como un modo de gozar. Pasamos del síntoma como formación del inconsciente, un síntoma que hablaba, al síntoma en tanto modalidad de goce, que se escribe en silencio.
Con estos antecedentes, en el primer eje haremos foco en el concepto de cuerpo, donde iremos precisando cómo Lacan fue pensando esta noción en su “etapa clásica” y su relación con el síntoma. Por lo cual, nos detendremos, en este apartado, básicamente en dos abordajes del cuerpo. En primer lugar, retomaremos el cuerpo como imagen unificada concebida a partir del estadio del espejo, especialmente en el esquema óptico que Lacan expone en El Seminario I “Los escritos técnicos de Freud”, orientados por la vigencia clínica y epistémica de lo imaginario. En segundo término, destacaremos el cuerpo como objeto pulsional que ya ubicaba Freud en las zonas erógenas. Aquí incorporaremos especialmente el desagregado que efectúa Lacan de “las cinco formas del objeto a” en El Seminario X “La angustia” y el “desmontaje pulsional” que sitúa a la altura del El Seminario XI “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”, donde trabaja el cuerpo y su vinculación con las pulsiones parciales. De esta manera, partiremos de un cuerpo mortificado por el significante y una unidad obtenida por lo imaginario y sostenida por lo simbólico que velan lo real del cuerpo fragmentado.
En efecto, esta perspectiva modifica nuestra referencia al inconsciente como discurso en la práctica analítica, el inconsciente deja de ser un dato inicial. Esto conlleva a repensar la interpretación en psicoanálisis. El propósito es interrogarnos sobre cómo incidir con la interpretación sobre el síntoma en calidad de goce que no cesa de escribirse; de qué manera con la experiencia de la palabra incidimos en el goce del cuerpo. Por último, anclaremos en la definición de Lacan en los “Otros Escritos” del síntoma como acontecimiento de cuerpo. En este contexto, Lacan introduce otro abordaje del cuerpo: el cuerpo es algo que se goza. Lo primero no es la imagen, ni la pulsión parcial y su circuito, sino el misterio del cuerpo que habla. Cuando la puerta de entrada es el misterio del cuerpo hablante, lo crucial es el significante como causa de goce y el lenguaje como elucubración de lalengua. El cuerpo se transforma en sustancia gozante. De este modo, se invierten las verdades primeras de la enseñanza de Lacan, lo primordial ya no lo da el sistema del lenguaje, el discurso del inconsciente, sino el valor que adquiere la consistencia imaginaria del cuerpo, se tiene un cuerpo. Desde esta perspectiva, se tiene un cuerpo, luego el hombre deduce que es un alma, añade al cuerpo el embrollo de los discursos como indicamos. En consecuencia, deberemos preguntarnos por la articulación entre el cuerpo que “se goza” y la escritura del síntoma, en tanto constituyen un real que no se enlaza a nada.
De Freud a Lacan el hilo de Ariadna que atraviesa la enseñanza es el deseo del analista como esa función lógica en la que se sustenta la operación analítica. El fin es percatarse que no se trata de buenos sentimientos, ni jurisprudencia, sino que es la interpretación lo que hay que ubicar allí. Y la Interpretación es lo que se le demanda al analista, forma parte de su función y si alguien se dirige a su consulta, es para hablar de sus síntomas, de lo que no anda.
Acerca de la interpretación, ubicaremos los aportes que nos deja Lacan según los diferentes momentos de su enseñanza, considerando que ninguna de las indicaciones que ofrece desde su inicio, pierde valor avanzando en su enseñanza, sino que, por el contrario, se constituye en la base que integra la elaboración siguiente.